miércoles, 4 de marzo de 2015

Lo de siempre


Animal de costumbre, asumo que va en mi impronta, la estabilidad, la certeza y la confianza.

Me agrada saludar en la mañana al Conserje del edificio donde vivo, luego en la esquina a Don Juanito (dueño del Kiosko) a quien compraba antes chocolates y pañuelos desechables, y mi chicle favorito; ahora con la nueva alimentación, solo compro pañuelos no más.

Los saludos son parte de mi ritual mañanero, es una costumbre.

Como lo es mi "lugar" en mi segundo hogar en "Anayak" (clásico restauran en Viña del mar), y pedir "lo de siempre", lo mismo ocurre en otros cafés de mi ciudad bella, es como ir al café al lado del mar y que me traigan un expresso doble y agua mineral.
Supongo contribuye mi naturaleza taurina en buscar instancias que me sean acogedoras y seguras, conocidas, como echarse en el sillón de turno y adoptar siempre la misma postura, en fin...

Lo mismo me sucede con las personas, mis amistades, que están ahí siempre y yo también para ellos.

Por eso me ha descolocado estos días la súbita preocupación de algunos que no estuvieron antes y ahora aparecen de la nada.

O lo que me pasa cuando hago favores, casi por inercia, sé y comprendo que no debo esperar nada de nadie, y actúo porque me nace, aun me sorprende cuándo suponen que soy banco o paño de lágrimas o debo resolver todo, y en parte es por lo mismo, por lo de siempre, como dice mi cardiólogo: "los tienes mal acostumbrados"... y quizás tenga razón.

Días rudos y grises, donde veo donde estoy, salto o no salto.

O quizás el mismo hecho de mi propia forma de ser, me repliego y no comento mucho que me pasa, por lo de siempre, de tener que resolver mis cosas y las del resto...

Al menos en teoría me quedan unos 20 años de vida y esos deben ser distintos, en el tema del trato de las personas que me rodean.

Es como estar atiborrada de gente gris, bajoneada, que subsume energía y que contagia con la nube de oscuridad y si eso ha sido "el siempre", es el momento de despejarme e iluminar mi espíritu, la meditación ayuda, ejercitarme y comer más sano; pues el desmalezamiento es un poquitín más complejo.

En fin, animal de costumbre, adaptable y flexible.

A secar mis ojos y ponerme de pie, no queda otra.