jueves, 26 de mayo de 2016

ESTEPARIO - ESTEPARIO

Me gustó una frase el otro día, y la modifiqué un poco:

"Las únicas personas que se merecen mi lealtad e incondicionalidad son aquellas cuya lealtad e incondicionalidad nunca he tenido que cuestionar."




Y evidencio que son poquísimas, mis amistades de verdad, esas que no agobian, no ahogan y respetan mis silencios, no me gusta ser invadida, ni que me pregunten a cada instante: qué pasó o en qué estás, para mi es intromisión, como esas personas dueñas de la verdad que dan consejos al voleo - sin pedirlo, al tacho el respeto por el otro.

Pienso que es parte de mi forma de ser esteparia, solitaria, que me agrada y me hace feliz y me siento contenta, en paz y tranquila. Y eso no lo cedo por nada ni por nadie, pues en mi ajetreo diario de ritmo demencial, es mi espacio, mi lugar de calma, de estar conmigo misma.

Me apestan las personas que sólo por una frase en una red social, hacen mil y una conclusiones sin siquiera conocerme personalmente, es agotador. Empezar a intentar explicar. Por lo tanto, simplemente no respondo más.

Sino sigue el principio básico "no suponer", es bien difícil que pueda llegar a buen puerto.

También es parte de la vejez, madurez, insanía o como se le llame, la intolerancia a la estupidez, ya me superó, llegó al límite y quedó sobrevendida... comprendo que todos tenemos distintos dones, talentos, formas de existir, respeto infinitamente, pero si no está en mis zapatos, no puede dar lineamientos de cómo vivir y qué hacer o qué debo o no debo comentar, soy lo bastante anciana como para a estas alturas dar explicaciones, no estoy para discusiones bizantinas, sin sentido.

No me agrada ser perturbada, está en mi naturaleza, puedo animar y motivar a quien lo desee, tal y como lo hago ayudando urbi et orbi, pero por favor no agobie, no ahogue, no insista en meterse, realmente me apesta.

Hay un sinfín de estilos en cómo ser mujer y estar realizada y feliz, no soy ni de segunda categoría por no tener descendencia o pareja, si lo tiene claro maravilloso, sino lo tiene claro, maravilloso también, pero más allá de mirarse el ombligo hay un mundo por conocer, oportunidades que tomar, instancias para compartir sin competir.

En tiempos de la inmediatez, opto por un café o una copa de vino, un buen libro, rock de fondo o una conversa con algún amigo(a) de antaño, de esos que con mirarte saben que te pasa, y si estás mal - no te cuestionan - ni preguntan hasta cansarte, están ahí para acompañar y mirar por la terraza de mi depa, sin mayor pretensión que una amistad genuina, sin oportunismos sin mezquindades, doy gracias al universo por ello.